Publicado por Miguel Jara el 14 de septiembre de 2012
Andrea murió
el sábado pasado. Me enteré por un comentario que ha publicado un familiar suyo
en la noticia en la
que contábamos que estaba en coma:
“Desgraciadamente, Andrea ya no
está con nosotros, ahora queda intentar que esto no le pase a
ninguna familia más“, escribe esta persona.
Desde entonces están sucediéndose las condolencias, de
la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP),
de profesionales sanitarios, de madres de otras niñas afectadas y por suerte
vivas, de ciudadanos indignados, etc. Como se duelen desde la AAVP:
“ha muerto otra niña más a causa de esta vacuna
-[marca Gardasil, fabricada por el laboratorio Merck] y
nos preguntamos cuántas más tendrán que morir y cuántas más tendrán que padecer
sus graves efectos adversos antes de que las
Autoridades Sanitarias reconozcan lo que está sucediendo y se investigue con
rigor el porqué de estos efectos. Desgraciadamente el sábado tuvo
que morir Andrea. Su muerte creemos que podría haberse evitado si los
responsables de velar por su salud hubieran actuado con la debida diligencia y
cautela”.
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